“A Irma Franco la tuvieron en una camioneta”
Semana.com revela apartes de un informe acerca de lo que el sargento (r) Bernardo Garzón sabría sobre los desaparecidos del Palacio de Justicia.
Mientras las brumas todavía se ciernen sobre varios aspectos del holocausto del Palacio de Justicia, uno de los personajes clave para saber qué sucedió con varios de los desaparecidos, el sargento retirado Bernardo Alfonso Garzón Garzón, fue capturado en Cali por miembros del CTI de la Fiscalía este jueves.
A 30 años de los trágicos hechos en los que el M-19 se tomó violentamente la sede del Palacio y que luego el Ejército retomó a sangre y fuego, el testimonio del militar cobra inusitada vigencia, pues, como lo señaló el fiscal general, Eduardo Montealegre, Garzón es “un ‘eslabón perdido’ en el caso del Palacio de Justicia porque es una persona que tiene conocimientos muy importantes sobre los hechos”.
Es de tal importancia lo que sabe el suboficial retirado, que en su contra había una orden de captura internacional. Ahora, tras su detención, Montealegre espera que colabore con las autoridades y que, a partir de sus declaraciones, se develen los secretos que todavía existen en este importante caso.
Semana.com tuvo acceso a apartes de uno de los informes preliminares del ente acusador, que da cuenta de la primera declaración de Garzón, quien para la fecha de los hechos estaba adscrito al Comando de Inteligencia y Contrainteligencia (COICI), que operaba en las instalaciones del batallón ‘brigadier general Ricardo Charry Solano’, del Ejército.
Según el documento, el militar “se refiere a hechos ocurridos y perpetrados” por el personal de la unidad a la que pertenecía “donde son víctimas, en hechos distintos, Irma Franco, Nidia Érika Bautista, Amparo Tordecilla, Óscar William Calvo y Antonio Hernández Niño”. Es decir, no sólo ayudaría resolver el caso de Palacio, sino de varios otros de líderes sociales o de izquierda, la mayoría pertenecientes o con nexos con las guerrillas.
La muerte de Irma Franco
En el caso de la guerrillera del M-19 Irma Franco, Bernardo Garzón cuenta: “Sé que allí se detuvo a una niña de nombre Irma Franco, a esta la mantuvieron en una camioneta color café, que en ese entonces estaba acondicionada para interrogatorios, una camioneta Ford Chevi Ban (sic)”.
Inmediatamente añade: “Sé que esta niña suministró información sobre una serie de atentados que iban a ocurrir contra esa unidad, como por ejemplo un atentado que iban a hacer al bus (del COICI) que efectúa el recorrido del personal y otras informaciones que condujeron a la ubicación de la casa donde se planeó la toma del Palacio de Justicia”.
“Realmente no sé cuántos días la tuvieron, ni exactamente cuál será el paradero, lo cierto es que a los pocos días de sucedidos estos hechos, oí varios comentarios de que ella estaba herida en una pierna y que la habían dejado por ahí cerca y que al parecer se encontraba muerta”, puntualiza más adelante.
Garzón se desdice
Estos testimonios de Garzón se dieron en 1991 ante la Procuraduría y en 1994 ante la Fiscalía. Más adelante, en 1996, el suboficial buscó retractarse ante un juzgado de Instrucción Militar no sólo de lo que había dicho de Franco, sino de lo que testimonió también en los casos de Bautista y Calvo.
La Fiscalía no tiene en cuenta la nueva versión del testigo, pues para el ente acusador sus primeras declaraciones son “espontáneas, creíbles y sobre todo corroborables (sic) con las otras pruebas que reposan en el expediente”.
Además, el ente acusador hace hincapié en detalles como el relato del atentado contra el bus del COICI, que es concordante con declaraciones obtenidas mediante “interrogatorio” por parte de organismos de seguridad e inteligencia del Estado, que únicamente ellos conocían y que fue hallada en una bóveda de la unidad B-2 de la brigada XIII del Ejército.
¿Por qué se desdijo Garzón? Aparentemente por miedo. Él mismo denunció que recibió amenazas y sufragios mientras estuvo como interno de la cárcel de alta seguridad de Palmira y señaló por ello a miembros de la desaparecida brigada XX (antigua unidad central de inteligencia del Ejército). Ello lo afirma también en su declaración la defensora para aquella época, quien asegura haber recibido “un ataúd y una calavera” como prueba de las intimidaciones.
Se cita también al excorresponsal en Colombia de la cadena estadunidense Univisión Raúl Benoit, quien señala haber conocido a Garzón cuando se desempeñó como su jefe de su esquema de seguridad. Según el documento, el periodista relató que el sargento -a su vez- le contó que tuvo que ir al Palacio para identificar a personas a las que él les había hecho seguimiento, entre ellas Irma Franco, a quien -según dijo- miembros de inteligencia “torturaron, asesinaron y la fueron a sepultar a algún lugar”.
Ahora le corresponde a la Fiscalía juntar las piezas del rompecabezas de este y otros casos de desapariciones forzadas y asesinatos selectivos que, según esperan en el ente acusador, se puedan resolver con la ayuda de esta ficha clave.
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