Gracias a la Vida, a esas vidas en procesos de libertad
La implacable realidad a veces se impone sobre lo que parece una quimera: el encuentro en la justicia
La indescifrable Vida ha sido en estos 365 días, a veces una tormentosa, o a veces una agraciada epifanía de lo nuevo o de la anquilosada democracia de injusta impunidad.
Entre cuerpos insepultos en el amor, Emilsen y Joe, Mario y Hernán, entre cientos, nos llevan al corazón de la esquiva paz de la inclusión de todas las vidas en la Vida.
Contemplamos los miedos profundos a ese equilibrio propio de la vida bella entre su imponente fealdad. Los fantasmas nocturnos que atormentan las almas infestadas de sangre siguen siendo temerosos de la verdad.
En susurros de texturas negras, indigenas, mestizas y mulatas, en la remota y la cercana Colombia, semillas crecientes, en contingente autenticidad, pasan silenciosamente ante lo que aparece aplastante
Todo nace desde dentro como el aire, el agua, el fuego, el bosque, los animales, inexplicable, solo vivido. Incluso, aquello despreciable por diminuto que es, parte de toda la vida, a pesar del saqueo mercantil o de las cómplices ventas de los de abajo con los de arriba, sigue latiendo.
Así, como la vida, nacimos y renacimos, con esa construcción de la paz que cobija a todos, aunque unos no estén o estén afirmándose en nuevos horizontes, todo buscando la armonia en la ética en la bella locura, la del bello existir.
Gracias a la Vida, a esas vidas en procesos de libertad. Gracias a ustedes, gracias al cosmos que nos hace uno en lo distinto.
Bienvenidos a un 2018, honrando las verdades en la historia de la Vida, en esa nueva democracia profunda que se sigue abriendo paso, aunque tercamente seamos poco crédulos, de lo nuevo.
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz