10 años del martirio de monseñor Juan José Gerardi

En Guatemala el pasado sábado 26 de abril se conmemoraron los 10 años del martirio de monseñor Gerardi. Todos los medios de información Guatemaltecos, dieron cuenta del acontecimiento. La huella de este horrendo crimen quedó marcada en la conciencia de un país que, conoció, gracias al informe “Guatemala Nunca Más”- presidido por el obispo-los 200.000 crímenes cometidos durante el conflicto cuya responsabilidad recae en un 90 % sobre el Estado.


De muchas maneras, en los actos de memoria, se volvió sobre la reconstrucción judicial de los hechos que arrojaron una parcial verdad de aquel 26 de abril de 1998, como asumiendo desde el corazón las palabras que el mismo Gerardi pronunció el día que hizo público el informe “conocer la verdad duele pero es una acción altamente liberadora”. Esa noche al llegar a su casa en el garaje, en el centro de la ciudad, lo golpearon con una pieza de concreto hasta matarlo. Quedó desfigurado su rostro, destrozada su cabeza…como queriendo con la lapidación hacer mas difícil la identificación de los responsables.

Indigentes testigos que dormían en la entrada de la parroquia apreciaron parte de la escena: la hora de llegada del obispo, la salida del asesino, el encuentro del asesino con un vehículo que después identifican como del ejército. Los investigadores establecen que detrás del crimen se encontraban dos militares que contaron con la complicidad de un sacerdote que vivía en la misma casa.

Esa es la parte de verdad que se repite. Sobre los actores intelectuales nada se sabe. Sólo se conoce que un tercer implicado fue asesinado en la cárcel y que los jueces y fiscales que ahondaron en las pesquisas se encuentran hoy en el exilio.

Diez años después, la catedral de Guatemala, se llenó de mujeres y hombres sencillos del pueblo, de religiosas y religiosos, de amigas y amigos de todo el mundo que durante los años en el desarrollo de la guerra y del REMHI, (proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica) hicieron presencia solidaria. Estuvieron también miembros de las Naciones Unidas, embajadores y hasta el vicepresidente de la república del que, dijo una religiosa después “fue a la misa por que quiere evitar problemas con la iglesia, porque es muy influyente en las mayorías guatemaltecas”.

El cardenal primado de Guatemala Quesada Toruño, hizo unas afirmaciones claras en relación con el caso y la opción de esta iglesia:

No escatimaremos esfuerzos en buscar justicia a pesar de las presiones –estalló un fuerte aplauso de los asistentes- para desistir de la querella. Las calumnias, las intimidaciones que intentan sembrar dudas para cambiar el móvil del crimen. Me solidarizo con la oficina de derechos humanos del arzobispado… Que permanezca viva la memoria de Gerardi, gloria del episcopado guatemalteco, viva encarnación de la opción preferencial por los pobres, que la iglesia guatemalteca siempre seguirá asumiendo pésele a quien le pese. Amén” De nuevo los aplausos que agradecían al jerarca su fidelidad a la memoria de Gerardi.

Las calumnias a las que se refería el cardenal tienen que ver con las hipótesis montadas por algunos investigadores del Estado y por la defensa de los militares: “El obispo murió por acción de la delincuencia común, se trató de una banda de delincuentes” o “al obispo lo mataron por conflictos pasionales, con el cura con el que compartían casa y el perro de este cura le destruyó la cara.”.

Desde luego estas hipótesis absurdas que ocuparon buena parte del tiempo procesal quedaron totalmente desvirtuadas por testigos y por las pruebas técnicas. Sin embargo muestran hasta dónde puede llegar el ardid de mentiras de los victimarios para desvirtuar el proceso.

Luego de la misa en la catedral, todas y todos los asistentes salieron a la calle, las pancartas seguían afirmando el valor de la memoria que dejó tatuado Gerardi en el corazón de los guatemaltecos: “Tu luz nos dio a conocer la verdad liberadora”. “La lucha sigue, Gerardi vive”. Las estaciones de la memoria se repitieron 7 veces hasta llegar a la casa pastoral donde fue asesinado. Allí en la plaza, las palabras de los pueblos presentes de todo el mundo,- Australia, Estados Unidos, Japón, Alemania, Bélgica, Italia, España, Canadá, Chile Colombia, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, el Salvador, Nicaragua; demostraron que Gerardi, trasciende a Guatemala y la memoria hecha canciones se repartió durante toda la tarde de ese día.

El dolor se recreaba en notas, la muerte en vida. Nadie habló de claudicar en la búsqueda de verdad, nadie cree que el obispo está del todo muerto, nadie cree que la paz del Salvador es la que quiere el pueblo.

La memoria de Guatemala y de los pueblos del mundo presentes lo han resucitado para la vida que continuará animando el caminar de muchos cristianos decididos a mantener la presencia de Jesús de Nazaret y de tantos seguidores que desde la debilidad de los más pobres triunfa sobre la muerte.

Es el Jesús que sale del sepulcro y continua la marcha…

Ciudad de Guatemala, 28 de abril de 2008
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz