1 año fortaleciendo la defensa de la vida y el territorio desde la zona de Biodiversidad La Esperanza
Evocando al maestro y compositor Jorge Villamil, en las letras del himno al Huíla, “Al sur, al sur, al sur, del cerro del pacandé, está la tierra bonita, la tierra opita que nos vio nacer”, allí donde nos arrullaron al son de tambores y bambucos, no sólo encontramos la tierra del pueblo huilense, la tierra de promisión inmortalizada en los versos de nuestro poeta José Eustacio Rivera, sino, que encontramos un pueblo campesino, laborioso y hospitalario, un pueblo como Palestina, al sur del Departamento del Huía, donde vibra la sangre campesina venida de distintas regiones de Colombia, desde los tiempos de la otra violencia, cuando la guerra entre conservadores y liberales obligaron a nuestros abuelos y abuelas a buscar refugio y una tierra para labrar y garantizar su sustento y la encontraron en este territorio biodiverso anclado en valles y laderas sobre la cordillera central.
Este territorio bañado por los afluentes que le dan vida en su parte alta al principal río de Colombia, es parte de una de las reservas acuíferas únicas en el mundo, conocida como La Estrella Fluvial del Macizo Colombiano, donde además, abundan recursos mineros y diversidad de fauna, flora, así como tierra fértil apta para el monocultivo propio del modelo de agricultura industrial que se impone en la región. Por semejante condición y posición, nuestra tierrita, nuestro territorio, se convierte en una región estratégica para los intereses del mercado global.
En el corazón de este paraíso biodiverso, amenazado por las fauces devoradoras y depredadoras del actual sistema económico mundial, se levanta una luz de resistencia en defensa de la vida y el territorio, LA ZONA DE BIODIVERSIDA LA ESPERANZA, declarada como área especial de protección de la vida humana y natural, área especial a la memoria de TULIO ENRIQUE CHIMONJA, campesino desaparecido hace 26 años, y a quién su familia sigue esperando; área especial para la custodia de semillas, de saberes y prácticas productivas
campesinas agroecológicas. Desde su declaratoria en septiembre de 2008, se han realizado dos encuentros en la Vereda Montañitas, en el que han participado un centenar de personas entre propios y visitantes, quienes en solidaridad con la defensa de la vida y el territorio han acudido al encuentro convocado por la familia de Tulio Enrique Chimonja.
La Declaratoria como Zona de Biodiversidad se realizó en el marco de un primer recorrido agroecológico hecho en bicicleta por la ruta que años atrás nuestros abuelos y abuelas hicieran a lomo de mula, desde el Municipio de Pitalito, en el proceso de colonización de este territorio y fundación de las primeras comunidades. En este primer recorrido contamos con la presencia de hombres y mujeres quienes acudieron desde el Cauca, Meta, Cundinamarca, Boyacá, lo mismo que desde Alemania en el viejo mundo. En el recorrido nos dimos cita, campesinos,as de la región, profesionales de la agroecología, la filosofía, psicología, la educación, misioneros, sacerdotes, todos,as defensores de la vida y el territorio en solidaridad con la decisión de la familia Chimonja coy en torno a la Zona De Biodiversidad como mecanismo de protección de la vida y el territorio.
CONMEMORACIÓN 2009
Entre el 31 de Octubre y el 02 de noviembre de 2009, en el marco de la conmemoración del primer aniversario de la ZONA DE BIODIVERSIDAD LA ESPERANZA, ubicada en la Vereda Montañitas del Municipio de Palestina – Huíla, se participó de una programación especial en torno a la vida y al territorio. Los actos conmemorativos iniciaron en Pitalito, ciudad asentada sobre el valle que alguna vez habitaron los indígenas Laboyos.
El sábado 31 de octubre, en familia celebramos la vida de PAOLA ANDREA, MARIA FANNY, NERY Y WILIAN,, a quienes expresamos nuestro afecto y cariño en torno a la mesa de la palabra, la danza y la comida fraterna compartida en comunidad, con motivo de un año más de sus vidas y de manera especial por los 15 años de Paola Andrea.
El domingo 01 de Noviembre participamos del taller sobre SCREEN que solidariamente compartieron jóvenes del proceso organizativo de San Antonio en el Municipio de Inzá – Cauca, quienes animaron el estampado de las camisetas conmemorativas que lucimos durante el recorrido agroecológico y el encuentro en la zona de biodiversidad. Los jóvenes de San Antonio, compartieron la historia de su proceso organizativo en torno a la memoria de Manuel y Hortensia, jóvenes asesinados por la fuerza público en enero del 2007 y cómo junto a sus padres y abuelos luchan buscando justicia, verdad y reparación integral, además cómo desde el arte, desde el estampado de camisetas hacen memoria de sus seres queridos y mantienen vivo los sueños truncados en Manuel y Hortensia. Terminamos la jornada ajustando y probando las bicicletas que utilizamos durante el recorrido.
El Lunes 02 de Noviembre a las 6:a.m. comenzamos el segundo recorrido agroecológico en Bicicleta a lo largo de 25 Km , desde el Municipio de Pitalito, jornada que iniciamos con el amanecer, cuando el sereno de la noche empieza a evaporarse con los primeros rayos de luz; elevamos una acción de gracias al Dios de la vida y una petición de bendición para todos y todas las personas que en el planeta defienden la vida y nos sintonizamos con las buenas energías de la tierra, el agua, el sol, el aire y la biodiversidad, solicitando su permiso y apoyo en el ascenso por la defensa de la vida y el territorio. La carretera destapada cuyo trazo fue hecho de manera paralela, siguiendo el cauce natural del río Guarapas, nos condujo desde Pitalito hasta Palestina, cruzando veredas que le dan el toque bíblico al Pueblo, evocando La Palestina de Jesús de Nazaret; así cruzamos veredas como Emaus, El Carmelo, Belén, Sinaí, El Tabor, para llegar hasta Montañitas, donde está ubicada La Zona de Biodiversidad La Esperanza
El recorrido nos permitió reconocer la hermosura del Valle de Laboyos, donde crece de manera acelerada la Ciudad de Pitalito, habitada en su mayoría por familias que hasta hace muy pocos años eran campesinos,as trabajadores y dueños de su tierra, pero que poco a poco la guerra y la miseria que ofrece el estado los ha obligado a buscar la ciudad para salvar la vida o para buscar oportunidades de estudio y trabajo; Hoy, Pitalito acoge a miles de desplazados de todo el sur de Colombia. Saliendo del valle de Laboyos nos encontramos con el inigualable paisaje de sierra, de montaña, de cordilleras que se levantan a lado y lado del río, lomas, que según nuestros mayores estuvieron vestidas de selva primaria hasta hace menos de medio siglo, pero que la explotación maderera y la implementación de una agricultura industrial, las convirtió en “hermosas” fincas cafeteras, ganaderas, que hoy por hoy dejan la tierra en total fragilidad frente a la erosión y la contaminación que trae consigo todo tipo de monocultivo. Así mismo reconocimos durante el recorrido, la cantidad de caños, microcuencas o arroyos que son afluentes del río Guarapas, que a su vez entrega sus aguas al Magdalena. Es triste verificar cómo se carece de programas y políticas mínimas que desde lo ambiental procuren la protección y conservación de este territorio; comenzando por el manejo de aguas servidas y residuales que desde el casco urbano de Palestina, hasta la más alejada de sus veredas, absolutamente todas vierten sus aguas servidas a los caños o quebradas más cercanas, y qué no decir de las fincas donde los beneficiaderos de café y el alto uso de abonos, fertilizantes y venenos, contaminan directamente las fuentes hídricas del Municipio. No hay derecho tanta inconsciencia y tanta irresponsabilidad gubernamental.
Así, respirando el aire puro que todavía ofrece la región, entre descansos, conversas , un poco de agua, bocadillo, queso, recuperamos energías y llegamos hasta la Zona de Biodiversidad La Esperanza, donde la brisa saluda con mayor afecto, por la altura en que se encuentra y muy seguramente como saludo y agradecimiento a todos y todas por la decisión de asumir nuestra relación de hermandad con el bosque, con el agua, el sol, con los animales y las plantas y por evitar que a nombre del aparente desarrollo se siga destruyendo la vida, tal como ocurrió con parte del bosque de esta zona de Biodiversidad, área de protección del ojo de agua que alimenta a 5 familias vecinas que fue talado en el 2008, a nombre de un proyecto de electrificación rural, proyecto ejecutado de manera inconsulta y sin la debida licencia ambiental. Talar un árbol nativo, cuando el planeta está al borde del colapso por el irreversible cambio climático, no puede ser menos que un Crimen de Lesa Humanidad.
En la escuela de la vereda Montañitas, al lado de la Zona de Biodiversidad, la bienvenida no pudo ser más efusiva y hospitalaria, una serenata por la vida; las cuerdas de la guitarra y las voces campesinas nos dieron su saludo y animaron la presentación de cada uno de los,as participantes. Mientras tanto en la cocina se alistaba los ingredientes para preparar un típico sancocho campesino, con yuca, arracacha, plátano, carnita y los aliños de la huerta campesina.
Cada participante se presentó, los del Cauca, Caquetá, Bogotá y una mayoría de Pitalito, Palestina y la vereda Montañitas; luego de cada intervención, la asamblea con un chiste y aplauso ratificaban la bienvenida. Así entre risas, memoria, llanto, palabras y compromiso de hijas, hijos , nietas y nietos de Tulio enrique, como promotores por la defensa de la vida y el territorio, se continuó, recordando qué es una zona de biodiversidad, por qué los campesinos, as estamos condenados a muerte, y la necesidad de asumir de manera integral un estilo de vida que trasforme desde lo cotidiano las prácticas de muerte que nos imponen con el modelo de agricultura industrial, con el modelo económico global, que mercantiliza la vida, el territorio y coloca en grave riesgo el planeta entero.
Cómo salida a la contaminación generada por el mal uso de los residuos sólidos y líquidos, generada desde los baños o letrinas convencionales, se presentó el baño saludable, que permite separar lo sólido de lo líquido, convirtiendo en abono no contaminante tanto la orina como la materia fecal y reduciendo un 100% el consumo de agua, que requiere un baño convencional. Como es natural hubo dudas, preguntas, incredulidades frente a la propuesta de baño saludable, por lo novedoso que resulta, pero en medio de todo, mucho interés y expectativa de que pronto entre en funcionamiento para probarlo.
Un Sancocho de campo, un tintico y la típica agua de panela, como almuerzo comunitario, dieron paso al esperado taller sobre salud y nutrición que con voluntad y compromiso por la vida compartió el médico homeópata Ernesto Pino, quién viajó desde Popayán para compartir su saber en torno a las plantas y los hábitos alimenticios que debemos asumir para que la salud fortalezca nuestra resistencia como pueblo campesino por la defensa de la vida y de un territorio para las presentes y futuras generaciones. Con la participación de los asistentes al taller, se recolectaron algunas plantas de la zona de biodiversidad y con ellas, con la salvia, el pepo, el limoncillo, la hierbabuena, se explicó el proceso para sacar la esencia, hacer un aceite para masajes y lo más importante prevenir con hábitos saludables de alimentación y consumo de plantas de la huerta casera, enfermedades que deterioran nuestra vida y el bolsillo, pues lo normal, es que se acuda a la medicina farmacéutica o alopática, que además de ser un negocio redondo para las empresas farmacéuticas, genera otros daños a nuestra salud. Ya en confianza con el médico, vino el aguacero de preguntas; que cómo limpiar el hígado, la sangre, como controlar la presión, el peso, qué hacer para el cáncer, para una fiebre repentina, para controlar amebas y hasta qué hacer para la impotencia sexual. Fue un diálogo fraterno que se prolongó por varias horas y que tuvimos que interrumpir para cerrar el evento y emprender el descenso en bicicleta y el regreso a casa de los participantes, no sin antes, asumir el compromiso de recuperar el saber y el uso cotidiano de las plantas que nos ofrece la región y seguir encontrándonos en la urgencia de seguir profundizando en el uso de las plantas y en la urgencia de fortalecernos organizativamente.
La noche llegó haciendo relucir el firmamento, como recordándonos el horizonte que anima nuestro caminar en la lucha por la defensa de la vida y el territorio, mientras la zona de Biodiversidad La Esperanza nos despedía con la danza que los árboles movidos por la brisa nos ofrecía, aguardando con afecto y ternura de madre el regreso de sus hijos e hijas que desde sus espacios de lucha y trabajo, apuestan la vida entera por la vida humana y natural.
A todos y todas, nuestro profundo agradecimiento.
Palestina Huíla, Nov. 02 de 2009
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