VI Conferencia Nacional de Páramos y Altas Montañas

Entre dificultades avanza la conciencia socio ambiental frente a la preservación de los páramos, las altas montañas y las fuentes hídricas de agua dulce.
Decía Guattari que un agenciamiento social requiere una voluntad, una sensibilidad y una construcción racional de lo que se propone.


DeVer

26, 27 y 28 de Septiembre Pasca, Cundinamarca

Luego de 9 años de pausa la VI Conferencia Nacional de Páramos y Altas Montañas arrancó el fin de semana pasado en el municipio de Pasca, ubicado en el páramo de Sumapaz, una de las fuentes hídricas más importantes de Colombia y que hoy se encuentra en alto riesgo debido a la extracción minera. Esta conferencia es un nuevo intento de ese agenciamiento social.

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En Pasca nos reunimos para discutir y realizar propuestas sobre el riesgo en que se encuentran las fuentes hídricas, los frailejones, los animales y los ecosistemas en la región del Sumapaz. El páramo de Sumapaz es el segundo espacio territorial en el mundo donde se encuentra frailejones.

Poco a poco fuimos llegando a esa localidad campesina. Primero éramos cerca de cien, al segundo día fuimos cerca de 600, pero el domingo, día en que se clausuró la conferencia con la lectura de una declaración final, el número de participantes se redujo a menos de 100. Esto es quizás otra demostración más de las muchas debilidades por las que pasa el movimiento social, o también un claro ejemplo del cansancio o de otros factores que llaman a una reflexión sobre los métodos y perspectivas de un movimiento social.

Desde hace 19 años organizaciones de todo el país venimos intercambiando experiencias y reflexiones que permitan crear un movimiento nacional en favor de la preservación de las fuentes hídricas que provienen de los páramos y de las altas montañas. La última Conferencia Nacional de Páramos y Altas Montañas se realizó en el 2005 en el municipio de Inza, Cauca. Luego de 9 años de no haberse realizado una conferencia nacional, la de Pasca dejó en claro la urgencia de debatir sobre las graves consecuencias que está evidenciando hace ya años el modelo económico extractivista y sus graves consecuencias sobre lo humano, lo social, ambiental y lo territorial.
Lo que está en riesgo no sólo son las fuentes hídricas, sino que también la existencia de frailejones (espeletia) y el 13 % de la producción alimentaria del país. La situación del Sumapaz es similar al riesgo del 70% concesionado del territorio continental para las multinacionales.

El evento que contó con la presencia de líderes campesinos y lideresas campesinas de Santander, Cundinamarca, Valle del Cauca, Antioquia, líderes indígenas de la Sierra Nevada de Santa marta e invitados de Ecuador, Bolivia y Perú, jóvenes de colectivos ambientalistas, delegados de comités por la defensa de páramos, profesores de universidades públicas del país y algunos defensores de derechos humanos identificó, nuevamente, el alto grado de militarización que vive el país y su vinculación a la protección de los intereses empresariales, las incoherencias de la política pública del gobierno y su falso e incoherente discurso ambiental.

En cinco mesas distintas de trabajo se abordaron los siguientes temas: modelo extractivista en altas montañas; territorios, territorialidades y soberanía; delimitación y conservacionismo; economías propias y/o pago por servicios ambientales; jóvenes, cultura y ancestralidad.

Hoy 30 páramos están en riesgo debido a las 20 millones de hectáreas que han venido siendo concesionadas desde el gobierno de Álvaro Uribe, situación que ha continuado durante el gobierno de la “paz” de Santos. Muchas de estas áreas concesionadas se encuentran en Páramos y Altas Montañas con un alto impacto negativo sobre las fuentes hídricas, la flora, la fauna, algunos alimentos y evidentemente sobre los propios habitantes de estos territorios.

Un aspecto significativo fue abordado por el profesor de la Universidad Nacional, Joaquín Molina, quién se refirió a la propuesta de ordenamiento territorial que propone el gobierno diciendo: “Cuando nos fragmentan nos impiden ser totalidad” (…). “Debemos también tener claro que ordenar el territorio es un modelo extranjero”.
También se identificaron los mecanismos usados contra los derechos territoriales de los campesinos y del país. En Pasca, alrededor de 500 finqueros tienen sus tierras embargadas por entidades bancarias producto de engañosos préstamos y de una ausencia política institucional que asegure la calidad de vida de los habitantes tradicionales.

Otra situación que se dio a conocer es que empresas mineras está llegando a pagar entre 3 y 4 veces más del valor real de la tierra. „Cuando la tierra vale 30 millones, viene una empresa minera y le ofrece a uno 120 millones de pesos, expresó un campesino. Entonces muchos campesinos de Tasco, Boyacá, analizando la realidad del campo en los últimos 30 años, vende rapidito“.

Los reclamos que se dieron a conocer en la conferencia pudieron concentrarse en la propuesta de pensarse el territorio como un todo teniendo como punto central de partida el agua.

Además del lema “agua sí, petróleo no“,  se expresó también la idea de constituir o dar impulso a un movimiento nacional por el agua y el desarrollo de una campaña contra la práctica llamada fracking.

Las discusiones dejaron en evidencia la brecha entre los que se piensa y lo que se hace, entre lo que se vivencia en lo rural y las expectativas ambientalistas urbanas. Un campesino del páramo expresó con voz alta y firme en una intervención: “yo creo que esa no es la solución, decirle al campesino »no haga eso« (refiriéndose a recibir el pago por servicios ambientales ” (…). “Una cosa es estar en la ciudad filosofando y otra cosa es enfrentar la situación real que tenemos los campesinos.”
Esto es una clara expresión de las distancias y de las brechas que es necesario resolver. Las condiciones reales de la vida cotidiana del campesinado no se pueden desconocer. Es irresponsable colgar cargas a quien es la víctima de este proceso esquilmador y destructor. Este proceso afecta de manera directa a quien habita en las altas montañas y en los páramos, expresó uno de los participantes.

Es de esperar que estas reuniones puedan llevar a la construcción de propuestas realistas, modos de actuar en conjunto en lo posible diferentes, donde nadie se sienta juzgado, sino más bien asumiendo la responsabilidad que amerita lo convergente.
El diagnóstico demuestra que más allá de las denuncias, de las acciones jurídicas y de la movilización tradicional es importante desarrollar estrategias más creativas, más novedosas, menos repetitivas y con menos cargas para los sectores rurales.

De la interacción entre sectores juveniles, estudiantiles, campesinos, ambientalistas urbanos y defensores de derechos humanos  podría configurarse un nuevo actor social. Pero se requiere, como lo expresa Guattari en su artículo el Objeto Ecosófico, construir en medio de las autopistas de la información una nueva lógica y sensibilidad de ser en su conjunto.

Bogotá, D.C. 30 de septiembre de 2014
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz