María Helena Vera de Rodríguez

La madre, la esposa, la abuela. Ella la mirada paciente, el silencio
contundente de indignación. Soporte de Don Enrique, durante estos últimos 26 años esperando una respuesta a su corazón, qué del paradero de su hijo Carlos Augusto. Dónde está él?. Él parte de sus entrañas, de su vida, de sus sueños. Él uno de los desaparecidos en el Palacio de Justicia en noviembre
de 1985.


A sus 94 años de vida es parte de nuestra memoria colectiva, de esa historia de silencios y soledades que se niegan a olvidar el dolor de lo arrebatado, de negarse a buscar lo que fue por ella engendrado, de afirmar el derecho a saber qué pasó con aquel niño criado, de aquel hombre que hoy no puede llorarla en esta despedida.

Hace una semana fue hospitalizada superando la intervención quirúrgica, pero sus fuerzas se disiparon en la tarde de ayer, cesó su aliento visible. Hoy con un corazón compungido, con lágrimas amorosas, su nieta, sus dos hijos la traen una y otra vez en su intimidad. Viene y vuelve con sus palabras, las impresas en el corazón; viene y vuelve en la sabiduría de los consejos; viene y vuelve en la historia compartida, y ella viene y vuelve a nosotros en ellas y ellos en este hilo de historia que han sido estos 26 años.

Doña Helena… Ha Pasado a la Historia en la historia de estas búsquedas insaciables de la verdad y de la justicia. Tal vez, desde otra mirada, ya sabe mucho más, que nosotros sobre su hijo. Ella está en otra dimensión con su esposo Don Enrique, con Doña Elsa, madre de Cristina del Pilar Guarín, falleció en junio pasado; con Doña Elvira Forero de Esguerra, madre de Norma Constanza Esguerra Forero, fallecida en abril, y con Don Rafael María Oviedo Acevedo, padre de Lucy Amparo Oviedo Bonilla, fallecido en enero.

Aún quiénes sobreviven y sobrevivimos en esta historia y la sociedad,
necesitamos saber en dónde están las y los desaparecidos del Palacio de Justicia, por qué los desaparecieron, porque si hay un único clamor profundo es tener esa certeza de saberlos muertos y poderles dar una sepultura digna.

Bogotá, D.C. 07 de julio de 2011

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz