Las FARC-EP al pueblo de Bojayá

Bojayá es un grano de semilla de la reconciliación que germinará en la paz de Colombia.
Henchidos de esperanzas que la paz sí es posible y en busca de reconciliación, hacemos presencia ante las mujeres, los hombres, los ancianos, la niñez y la juventud de Bojayá.


Las FARC-EP en este acto de tributo a la vida y a la esperanza, expresamos nuestros sentimientos de agradecimiento, de fraternidad y reverencia a todas y todos los habitantes de este municipio y por su intermedio a todos los pobladores, de este exuberante y empobrecido Chocó, que anhelan la paz en cada respiro de su corazón.

Reconocemos el acompañamiento de los países garantes, Cuba y Noruega, al delegado de la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a quienes han acompañado este proceso de reactivación de la esperanza como, CONPAZ y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. A la iglesia Católica, a todas las organizaciones de la comunidad y a la representación de la Delegación del Gobierno nacional en la Mesa de Diálogos de La Habana aquí presentes.

Con el respeto que se expresa en los actos sencillos que acompaña la comunión de los humildes, nos colocamos al frente de todas y todos ustedes, para solicitarles acepten nuestra disposición a rendir tributo y honrar la memoria de las víctimas que ha producido este largo conflicto, al que hemos sido arrastrados por el torbellino de la violencia con actos que no están en el ámbito de nuestra acción. Este largo conflicto debe llegar a su fin y ese propósito es el que anima todos nuestros esfuerzos en la Mesa de Conversaciones en La Habana, Cuba. Con ustedes nos sentimos hermanados en los esfuerzos para dejar atrás el conflicto armado.

En la conciencia de toda nuestra militancia sigue vivo el dolor que padecimos hace más de trece años en esta tierra de olvido y esperanza. Eran tiempos del rompimiento del proceso de paz en el Caguán y el inicio de la etapa más violenta de la confrontación, como jamás había ocurrido en nuestra historia. Estaba en plena ejecución el fracasado Plan Colombia y la aplicación del Plan Patriota, además la actividad despiadada de despojos y desplazamientos ejecutados por el paramilitarismo, que se ensañó sobre los pobladores de las riveras del Atrato y particularmente contra los habitantes de este municipio.

Ese fatídico 2 de mayo de 2002 estremeció el alma colectiva de nuestra militancia guerrillera, una acción dirigida a proteger a esta población de la arremetida paramilitar, terminó hiriéndola profundamente con un saldo letal de 79 compatriotas muertos que sigue atormentando las fibras de nuestra sensibilidad colectiva. Las armas que nos tocó empuñar con el propósito de defender a los sectores más vulnerables de la nación, terminaron aquí, lesionando profundamente a nuestros propios padres, hermanos, familiares y compañeros con inimaginables consecuencias para los familiares de las víctimas y la comunidad. Episodios desgarradores como los ocurridos en esta comunidad y en la que tenemos parte de responsabilidad no pueden volver a repetirse. La paz con justicia social que estamos empeñados en construir a partir del acuerdo final de La Habana, tiene que garantizar la no repetición. Ante ustedes manifestamos este compromiso.

Se ha sumido en lágrimas la comunidad de Bojayá ante esta otra suma de dolor a su histórico sufrimiento. Nosotros también hemos llorado con respeto y honradez por la muerte inocente de quienes esperaban misericordia, por los hombres y mujeres, ancianas, ancianos, niñas y niños; por los familiares de nuestras compañeras y compañeros de insurgencia que se descompusieron en luctuosas emociones, deseando que lo vivido fuese una horrorosa pesadilla de la que se pudiera despertar.

Hace trece años que pesa en nuestros hombros el dolor desgarrador que les afecta a todas y a todos ustedes, hemos reconocido el hecho y reafirmamos un hondo pesar por el resultado nunca buscado ni querido; cargamos un peso angustiante que hiere el corazón de toda la guerrilla desde ese fatal desenlace que sigue retumbando en la memoria de todos.

Sabemos que estas palabras, como lo hemos manifestado en varias ocasiones, no reparan lo irreparable, ni devuelve a ninguna de las personas que perecieron y tampoco borra el sufrimiento causado. Sufrimiento que se refleja en los rostros de todas y todos ustedes por quienes ojalá algún día seamos perdonados.

Estamos frente a ustedes para manifestar nuestra aflicción, nuestro reconocimiento y reafirmación de que este hecho nunca debió ocurrir. Sabemos que ninguna palabra contiene las emociones que nos invaden ante la pérdida de nuestros seres queridos y por ello enfatizamos nuestro dolor por el sufrimiento que les causamos. Venimos impulsados por el compromiso con la verdad, reconociendo el daño causado y la intensión de seguir avanzando por el camino del diálogo, para resarcir con acciones reparadoras y reafirmar nuestro compromiso de no repetición.

Nuestra voluntad de paz para Colombia es total y en esa dirección hemos desarrollado gestos unilaterales y medidas de desescalamiento para evitar nuevas victimizaciones por razones del conflicto, como el cese al fuego unilateral desde el 20 de julio pasado y las tareas de descontaminación de territorios de materiales explosivos que se inició en la vereda el Orejón en el municipio de Briceño, Antioquia y que se extendió a la vereda Santa Helena en el municipio de Mesetas en el Meta, estas acciones, así como este acto de resarcimiento a las víctimas de Bojayá confirman que la paz pronto será una realidad.