Jaime Garzón

Con su risa de dientes desordenados, un pensamiento que le daba vuelco a los análisis políticos, que aun hoy siguen vigentes en la historia de Colombia. Constructor de paz y de una cultura política con el humor, entre la indignación y su fuerza por aportar a este país gente con opinión. Jaime se abrió camino entre cientos de colombianos que lo quisieron, respetaron y siguieron, incluso después de cegada su vida.


Ese 13 de Agosto a muy tempranas horas, cuando iba camino a su trabajo en la radio, Jaime fue interceptado en el barrio Quinta Paredes, en la ciudad de Bogotá; dos sicarios que se transportaban en una motocicleta de alto cilindraje, con placas ocultas, le dispararon en 5 ocasiones causándole la muerte. Sí, ese día despedimos a nuestro querido Jaime Hernando Garzón Forero, el estudiante abogado que fue más allá de las leyes, el que desafió la amargura y el dolor con su apropiada capacidad de reírse de sí mismo y de todas las formas de poder.

Su humor creativo y directo no era bien visto en sectores de poder. A éste, le aterra la risa y la burla de sus pequeñeces. Por eso, algunos molestos incitaron el crimen. Testigos ya asesinados de la banda La Terraza manifestaron que sabían de esas molestias, entre ellas las de Jorge Enrique Mora, el enlace con los paramilitares del alto mando militar, Coronel Plazas Acevedo, y a través de éste Carlos Castaño, quien también sabía de la animadversión de empresarios antioqueños, quienes encontraron la legitimación para asesinarlo.

Su mirada estructurada del país se reflejó en diversos personajes. Estos encarnaron vidas anónimas que expresaban el sentir nacional respecto a sus dirigentes, políticos, militares, eclesiásticos o actores sociales que expresan esas visiones plurales de Colombia. Dioselina Tibaná, la cocinera tolimense del Palacio de Nariño que contaba las intimidades del gobierno; Néstor Elí el vigilante del edificio Colombia; Inti de la Hoz la joven reportera postmoderna, espontánea, ingenua o ignorante, el Godofredo Cínico Caspa, la extrema derecha del país, el John Lenín, el estudiante idealista de la universidad pública.

Sus actuaciones humanitarias y su crítica al establecimiento desencadenó graves acusaciones del entonces Comandante del ejército colombiano, Jorge Enrique Mora Rangel, quién aseguró falsamente que Garzón era colaborador de una de las guerrillas colombianas. Esa fue la ambientación para la persecución a Jaime, así este altísimo general no lo reconozca y pretenda lavar su responsabilidad. Como este general, hoy parte de la delegación del gobierno que se mantiene en diálogos con las FARC en la Habana y quienes instigaron y se beneficiaron del asesinato de Jaime, continúan en libertad. El delegado de la paz Mora Rangel pretende pasar de agache y abandonó a Rito Alejo del Río, cuando lo había protegido para ser parte del plan de éste asesinato.

La investigación de su asesinato que se inició como siempre de manera exahustiva, hoy continua con avances parciales obstaculizada por descarados mecanismos de impunidad. Aun permanecen ocultas las pruebas que junto a la constante eliminación de testigos y la desviación de la investigación con montajes han permitido que este caso siga en la impunidad.

El nombre de uno de los militares responsables del crimen fue dado a conocer por miembros de la banda la terraza en un reportaje; la versión fue silenciada rápidamente, los sicarios fueron ejecutados y la prensa se abstuvo de hablar.

En 2009, el paramilitar conocido como ‘El Alemán’ aseguró ante fiscales de Justicia y Paz que el “crimen de Garzón fue un favor de él a oficiales del Ejército“.

En 2012 los abogados de la familia de Garzón pidieron ante la fiscalía vincular como instigadores del crimen a los militares Harold Bedoya, Jorge Enrique Mora y Rito Alejo del Río.

Durante más de diez años, la Fiscalía incumplió la orden judicial que ordenaba investigar el complot adelantado con el animo de desviar el caso de Garzón.

Y por el tiempo que ha pasado, ya muchos de los funcionarios del DAS que cometieron delitos para impedir que los responsables del asesinato del humorista pagaran por este crimen, tienen procesos que han precluido.

Ninguno de los militares, políticos y empresarios responsables del asesinato han sido investigados. Sin embargo a pocos días de la conmemoración del 15avo aniversario de su asesinato, se conocieron nuevas versiones. Esta vez del paramilitar Libardo Duarte, que afirmó que el ex subdirector del DAS José Miguel Narváez, dió la orden de asesinar a Jaime, y sostuvo que éste mantenía una amistad con el jefe paramilitar Castaño, también afirmó que Narváez afirmaba frecuentemente que Jaime Garzón, sin cargar un fusil, era guerrillero del EPL.

A finales de julio de 2014 se conoció también que el coronel del Ejército Jorge Eliécer Plazas Acevedo, quien se fugó de la escuela de artillería en 2003, en donde se encontraba recluido por otros delitos, y que desde ese entonces hizo parte del grupo paramilitar al mando de alias cuchillo en los llanos orientales; fue señalado por la fiscalía general de la nación por el asesinato de Jaime y fue capturado en el parque San Martin Meta. Este mando militar en su momento fue la mano derecha del general Retirado Rito Alejo del Río, quien hoy también se encuetra condenado por su vínculo con paramilitares y la comisión de asesinatos en el chocó que provocarón el desplazamiento de cientos de familias en el Cacarica, Plazas Acevedo acusado de ser coautor en el asesinato de Jaime, hoy tendrá que responder.

Por su parte el General retirado Rito Alejo del Río también será llamado a indagatoria por este crimen.

Para nadie que conozca de cerca los acontecimientos de este asesinato, es una novedad que los extraditados en los Estados Unidos a través de Diego Fernándo Murillo recibieron la orden de asesinarle.

El homicidio de Jaime Garzón continúa impune, en medio del pacto de silencio y la inoperancia institucional. Jaime Garzón quien nació con una generación de Colombianos continua desde sus centenares de emisiones, siendo parte de la memoria colectiva, aparece como un profeta que avisoró la cultura autoritaria del uribismo santismo, la debacle de las formas democráticas, las sin salidas del conflicto armado y la necesidad de otra democracia. El asesinato de Jaime es evidentemente otro crimen de Estado, verdad que se quiere negar socialmente y en las verdades a medias.

Hoy esperamos que la justicia trascienda más allá de unas condenas, investigaciones y reparaciones administrativas. El asesinato de Jaime y la justicia que se haga en torno a este, deberá ir mas allá de lo que para muchos significa el sentido de la no impunidad. Este caso como el de muchos otros colombianos deberá trascender a lo largo de la historia de nuestro país, de nuestras vidas como seres humanos, como habitantes de este planeta en un sistema impuesto por nosotros mismos y del que deberemos aprender a liberarnos.

Debemos creer, aprender, comprender el significado de la hermosa frase construida por los indígenas Wayúu quienes en compañía de Jaime le daban sentido en su propia lengua a la Constitución Política de Colombia del 91, para los indígenas el artículo 11 de la constitución tomaba este significado: pedazo 10 – 2; Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie ni hacerle mal en su persona aunque piense y diga diferente.

Y esto fue lo que Jaime por años nos compartió además de ofrecernos la posibilidad de cambiar el mundo a través de la risa.

Jaime Garzón en la Memoria