Hortensia Neyid Tunja y Manuel Tao

Desde la madrugada de aquel 8 de Enero de 2006, las familias de Hortensia, Manuel y el sobreviviente William Cunacué no paran de honrar la memoria de sus seres queridos, cada año se encuentran en la Casa de la Memoria “Huerto Renacer” San Antonio Inzá , y caminan hacia la “Gruta de la Vida” en el caserío de Belén sitió donde fueron asesinados por militares del batallón Cacique Pigoanza de Garzón, Huila.


10 años buscando la verdad, la justicia y exigiendo reparación integral.

Hoy, a pesar de la orden emitida por un juzgado civil del circuito en Popayán de reconocimiento del hecho y ofrecimiento de disculpas públicas en la comunidad de Belén donde ocurrieron las ejecuciones extrajudiciales por este batallón, la impunidad campea. Los responsables a los más altos niveles siguen sin conocerse, sin vincularse a investigaciones penales gozando de ascensos y otros privilegios.

Luz Marina Cuchumbe madre de Hortensia, fue incluida en la cuarta delegación de víctimas que viajó a la Habana, Cuba en 2014, ella como madre de una víctima de crimen de Estado conforma la junta directiva de la Red de Comunidades Construyendo Paz en los Territorios CONPAZ, pero tales participaciones aunque llaman la atención de este caso, no ha representado una respuesta eficaz y coherente del Estado colombiano en verdad, en justicia y reparación.

La casa “Refugio del Saber” no es reconocida como monumento nacional de la memoria; las oficinas de la Unidad Nacional de Víctimas con el equipo de paz de la Unidad de Víctimas, el equipo de satisfacción de la Unidad de Víctimas Ministerio de Cultura, Red Nacional de Bibliotecas que han participado en reuniones sobre este tema no han asumido compromisos concretos y expeditos.

10 años después de este crimen de lesa humanidad, las familias de Hortensia, Manuel y William, junto a su comunidad exigen el cumplimiento de medidas de satisfacción reales, por parte del gobierno y Estado colombiano.

Sigue siendo la memoria, la memoria colectiva el alma para enfrentar la impunidad jurídica, la impunidad social y una institucionalidad paquidérmica.

Sin Olvido