Ética y plebiscito

Nuestro voto debe entonces ser ético y estar inspirado por el amor y la solidaridad con quienes padecen más intensamente la guerra. Esa fue mi tesis en una de mis últimas columnas y la reitero: debemos esforzarnos para que que nuestro voto no dependa de un capricho momentáneo o de un odio arraigado sino que esté alimentado por nuestra solidaridad con quienes han sufrido la guerra y más sufrirían si ésta persiste, que son esencialmente las poblaciones rurales.


Una vida buena es aquella que está inspirada por el amor y guiada por el conocimiento, escribió alguna vez Betrand Rusell, en una de las frases que más me ha influido.

Russell citaba algunos ejemplos históricos que ilustraban su tesis pues eran situaciones en donde la falta de alguno de los elementos había conducido a una tragedia.

El nazimo es tal vez el ejemplo más impactante de una experiencia guiada por el conocimiento pero inspirada por el odio extremo. El resultado fue Auschwitz en donde un conocimiento técnico sofisticado fue puesto al servicio del odio y el exterminio. Y como ejemplo de vida inspirada por el amor pero reacia al conocimiento, Russell citaba las reuniones en iglesias, durante el medioevo, para orar y pedir a dios que la peste no se extendiera y los enfermos sobrevivieran. La inspiración era amorosa pues se trataba de defender la vida y ser solidarios con los enfermos, pero el resultado, por falta de conocimiento de lo que ocasionaba la peste bubónica y su forma de difusión, fue trágico: esas reuniones de oración agravaban la situación pues favorecían el contagio y la muerte.

Esta hermosa frase de Rusell debería guiar nuestras discusiones sobre el acuerdo de paz y la forma como deberíamos votar en menos de un mes en el referendo pues se trata de nuestra decisión política más importante como ciudadanos pues definirá el futuro de Colombia por muchos años. Pero este voto tiene un elemento paradójico y es que las ciudades probablemente decidirán el futuro de una guerra que ha sido esencialmente rural. Y las ciudades, como lo mostró Alvaro Sierra en una notable columna hace un año, han sido en cierto forma insensibles a ese sufrimiento rural.

Nuestro voto debe entonces ser ético y estar inspirado por el amor y la solidaridad con quienes padecen más intensamente la guerra. Esa fue mi tesis en una de mis últimas columnas y la reitero: debemos esforzarnos para que que nuestro voto no dependa de un capricho momentáneo o de un odio arraigado sino que esté alimentado por nuestra solidaridad con quienes han sufrido la guerra y más sufrirían si ésta persiste, que son esencialmente las poblaciones rurales.

Pero nuestro voto también debe ser informado. Debe estar guiado por el conocimiento y por ello debemos comprender el acuerdo de paz, sus bondades y limitaciones para Colombia, así como las implicaciones de que triunfe el SI o el NO en el plebiscito.

Este blog buscará contribuir a ese conocimiento discutiendo con los lectores los aspectos más importantes del acuerdo de paz. No oculto que estoy profundamente convencido de votar a favor del acuerdo de paz, pero estoy dispuesto a discutir, con pasión pero con respeto y razones, mi posición.

Fuente: http://lasillavacia.com/blogs/etica-y-plebiscito-57816