En el cemento inscribiendo la memoria, Walberto Hoyos

Este 14 de octubre, no fue igual. EN la memoria de Walberto Hoyos, asesinado hace tres años por paramilitares, se reunieron de diversos consejos comunitarios de Curbaradó.

Lágrimas, danzas, las historias no narradas se hicieron vivas. Un placa en cemento se erige protegida por una teja de zinc en el lugar donde se inscriben cada uno de los nombres de los asesinados y de los desaparecidos. Se ubican enfrente del lugar donde aún habitan los desplazadores, los operadores criminales que benefician a unos exmilitares y narcotraficantes.

Así es la historia de este consejo comunitario, que desde 1996 por la ambición de poderosos se convirtió de ser territorio de múltiples vidas, con aguas a borbotones, en un hato ganadero. Este pretendió ser legalizado por la famosa Sor Teresa Gómez o Teresa Castaño con una Asociación Campesina, en realidad fachada de los intereses mezquinos de empresarios ganaderos, de narcos y de paramilitares, que operan con la aquiescencia de la brigada 17.

Son 16 años que se trajeron aquí en lo que la comunidad ha denominado el monumento de la memoria colectiva. En la catarsis colectiva se pronunciaron nombres de asesinados que no se habían nombrado, tal vez llorado, como los de Juan De Dios Lance y Pedro Nel Serrano, decapitado en septiembre de 1997.

Tres años después del asesinato de Walberto, cantaron estribillos, “Walberto sigue vivo entre nosotros, su vida sigue en nuestra lucha”

Y es verdad los criminales no lo han logrado borrar de la memoria de las comunidades que recorrió, esclareciendo crímenes, animando la necesidad de enfrentar el miedo con la palabra, con la investigación. Recuerdan que Walberto iba el mismo a tomar con sus manos los cadáveres, se ponía de frente a los victimarios y exigía verdad y justicia. Incluso, penetró en espacios propios de los paramilitares donde tomó pruebas, cotejo información. Dicen los afros y mestizos en la conmemoración “ese si era un investigador, un animado de la dignidad”.

Los mestizos y afrocolombianos expresaron con cuatro siluetas colgadas a los lados del monumento los asesinados y los desaparecidos, y en una bella expresión popular un jardín con flores sembradas por los niños, ellos lo cantaron ese día “esas muertes no son en vano, y si hemos de morir, moriremos exigiendo nuestra tierra, la verdad y la justicia”.

Tal vez como en el pasado, los dioses de la fertilidad se hicieron, vientos trajeron corriendo las nubes y un fuerte aguacero cubrió la Zona Humanitaria de Caña Manso, las semillas de las flores, la tierra se lleno de vida, como la memoria que es vida.
El frío en una zona donde hay altas temperaturas llevó a los abrazos, como la guerra a la organización en las Zonas Humanitarias, como las retroexcavadoras que destruyeron los ecosistemas y que se enfrentan ahora con las Zonas de Biodiversidad.

Este 14, no fue cualquier 14, fue el de la memoria, la memoria dolor, la memoria esperanza, la memoria sueños. No podría pensarse hace menos de 10 años, que a pesar de tanta muerte violenta, que a pesar de la impunidad, a pesar del terror en el alma, de la presión de los ocupantes de mala fe en Caño Manso, ellas y ellos pudieran haber regresado hace 4 años.

Nadie daría hace poco tan solo un peso porque creer que estas victimas del despojo se ubicarían enfrente de quienes encarnan la estructura criminal que protege a exmilitares, a paramilitares y narcotraficantes. Este puñado esta ahí con el escepticismo que dan las promesas incumplidas de uno y otro gobierno, que hablan de la tierra, del fomento agrario, de la restitución y de las victimas,, y hoy no es la excepción de Santos, ya no se espera mucho…. bueno más bien si, más crímenes, más negación de sus derechos pues la estructura criminal que los despojó esta viva, sigue ahí incólume y el gobierno nacional lo sabe, por eso, tal vez, callan o simulan actuar para evitar una vergüenza mayor.

Allí están ellas y ellos, enfrente de los victimarios diciéndoles, ustedes son poderosos y de qué sirve el poder criminal, si es un poder sin dignidad. Ellas y ellos, los que se encontraron en la memoria siu tienen dignidad. Sí, la misma con la que Walberto enfrentó a sus matones, cuando venían a asesinarlo y él salió a exigirles respeto, la misma que le hizo el amante de a justicia, la misma que le hizo recorrer cada lugar, cada sitio en Curbaradò, la misma tenacidad que le permitió penetrar al interior de la telaraña criminal para reconocer sus victimarios y los de las comunidades del consejo comunitario.Si… por eso lo asesinaron, por la verdad y por la justicia, por el despojo que detecto y esclareció.

Bogotá, 14 de 2011

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz