Economías con pies de petróleo

Las economías hidrocarburíferas de la región se encuentran en problemas. La alta dependencia de las exportaciones de crudo y gas de varios países sudamericanos está mostrando la debilidad de sus estructuras productivas y las difíciles perspectivas que se ciernen sobre su futuro.


Bolivia, Ecuador y Venezuela están pasando duros momentos con un deterioro importante de sus ingresos por exportaciones y los balances fiscales en aprietos. Los programas sociales y los planes de expansión económica corren serios riesgos de continuidad. Sin embargo, lejos de cambiar de estrategia, la opción de los gobiernos parece ser profundizar la dependencia de la exportación de hidrocarburos.

Bolivia

En Bolivia los ingresos del gas han venido cayendo continuamente desde su pico de 2014 cuando alcanzó los US$5.489 millones. Ya para 2015 los ingresos bajaron a US$3.200 millones y este año se espera que desciendan aún más. Según del periódico Pagina Siete (12/09/2016), los ingresos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y de regalías del gas disminuirán hasta un 31% y 35% respectivamente en 2017. Este descenso está relacionado básicamente con la caída de los ingresos que recibe Bolivia por las exportaciones de gas natural a los mercados de Brasil y Argentina.

El problema es que la baja de ingresos de regalías e IDH afectará a sectores claves de las políticas públicas, principalmente a las gobernaciones, municipios y universidades y a los recursos que posibilitan el pago de la Renta Dignidad y el Fondo de Promoción a la Inversión en Exploración y Explotación Hidrocarburífera (FPIEEH).

La respuesta del gobierno ha sido ampliar las áreas de exploración de hidrocarburos (entrando incluso en áreas naturales protegidas) y ofrecer un amplio fondo de subsidios por 3.500 millones de dólares a las empresas petroleras y gasíferas. El presidente Evo Morales anunció que “desde 2015 hasta 2020 vamos a invertir 14 mil millones de dólares para exploración, explotación, industrialización y transporte de gas” (lainformacion.com 12/07/2016).

Ecuador

Ecuador lleva casi un año acumulando tasas de crecimiento negativas y es uno de los países más afectados por la caída de los precios del petróleo. El año pasado, el presidente Rafael Correa había reconocido que por tales factores el país tendría un crecimiento bajo o casi nulo y que el país dejaría de recibir $ 7.000 millones por concepto de exportaciones petroleras, alrededor del 7% del Producto Bruto Interno (El Telégrafo 17/09/2015).


Pero la respuesta ecuatoriana no ha sido buscar respuestas fuera del negocio petrolero sino todo lo contrario: ha iniciado la explotación de crudo en uno de los sitios más frágiles del planeta, el Parque Nacional Yasuní. Este parque fue protegido en el pasado por el presidente Correa, pero aquella posición fue revertida por las necesidades económicas del gobierno.

En el bloque petrolero existen reservas probadas de crudo por 1.672 millones de barriles, equivalente al 41,7 por ciento de las reservas totales del país y el ministro de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda, dijo que hasta fines de 2016 el país sudamericano recibirá más de 100 millones de dólares con la nueva producción del campo ITT (Xinhua 09/09/2016).

Venezuela

En Venezuela la producción de petróleo ha caído más de un 30% en el último decenio, lo que sumado a la baja del precio del crudo ha tenido notables repercusiones negativas en la economía del país. Sobre todo considerando que este producto representa el 90% de sus exportaciones. Una de las principales causas de la baja producción es la deteriorada situación financiera de la estatal PDVSA que ha entrado en una dramática espiral negativa.

El crudo extrapesado de la Faja del Orinoco debe ser mezclado con otros petróleos livianos importados para poder ser a su vez exportado. Pero los escasos ingresos de las exportaciones hace cada vez más difícil la obtención de divisas para la importación del petróleo liviano. Venezuela está entrando en un círculo vicioso, en el que escasean las divisas porque produce menos petróleo y a su vez produce menos petróleo por esa misma falta de divisas.

El caso venezolano es el más patético de la llamada “maldición de la abundancia”: poseer las mayores reservas petroleras del mundo, con un horizonte de reservas estimado en más de 300 años, lo ha llevado a desarticular toda su economía con la esperanza de hacer del petróleo el motor de su desarrollo.

Y otros

Esto que le ocurre a las economías dependientes de las exportaciones de hidrocarburos también le sucede a todas las economías de la región que han basado sus estrategias de desarrollo de los últimos años en la exportación de materias primas. En algunos casos como los citados, esta dependencia es mayor, pero señales de este problema pueden verse en todos los países en estos tiempos de baja de precios de los “commodities”.

Tampoco es una novedad, esto ya ha ocurrido en el pasado. La pregunta es si nuestros gobiernos continuarán con la misma estrategia, esperando una nueva suba de los precios internacionales del gas, el petróleo o los minerales, o buscarán alternativas para salir de la histórica dependencia de las materias primas.

Ayer fue el caucho, la banana o la plata. Hoy es el petróleo, el gas o la soja. Mañana será el litio, el shale gas o vaya a saber qué. Pero si la región no logra encontrar la bendición de su abundancia, trascendiendo la ilusión del desarrollo, seguirá cayendo por la espiral de la destrucción de su generosa naturaleza sin resolver los problemas sociales que la aquejan.

 Gerardo Honty es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/180273