Carta a Felipe Zuleta de la madre de Sigifredo López

Santiago de Cali, 28 de Junio del 2012

Señor:
Felipe Zuleta Lleras
Columnista diario El Espectador

Soy la madre de Sigifredo López Tobón. Confieso que escribirle a usted me resulta supremamente doloroso, y lo hago porque no puedo quedarme callada mientras usted pretende acabar con lo único que le queda a mi familia: nuestra dignidad. Tengo 74 años de edad. Al igual que muchas abuelas en Colombia, lamentablemente no he dejado de padecer la violencia que como un lastre se ha encargado de hundir nuestras vidas en un mar de tristezas y dolor. A mis escasos 15 años me tocó presenciar el asesinato de mi padre en el corregimiento de Ceylan, municipio de Bugalagrande-Valle durante la violencia Liberal-Conservadora; cuando tenía 27 años, asesinaron en el municipio de Pradera a mi esposo, el papá de Sigifredo, y en ese mismo hecho resulté herida en un hombro. Con mucho esfuerzo y sobre todo con dignidad, acabe mis ojos tras una máquina de coser para darle estudio a mi hijo y lograr hacer de él un ciudadano de principios, como en efecto lo ha demostrado como estudiante, deportista, abogado, profesor, padre de familia, político y como simple ciudadano. Hace más de 10 años me toco sufrir el horrible secuestro de Sigifredo y sus once compañeros además del inmenso dolor de ver crecer a mis nietos sin la presencia de su padre. Y ahora que única y exclusivamente por la gracia de Dios lo tengo a mi lado, además de la injusta y arbitraria detención que padece mi hijo me toca leer afirmaciones mentirosas y señalamientos tan deshonrosos como los que usted hizo en su columna publicada en el periódico El Espectador el día 24 de Junio pasado, titulada “La Cárcel de Sigifredo” donde escribió: “…esta señora no fue vista en los medios de comunicación pidiendo la liberación de su hijo, como lo hicieron con valentía y amor las esposas, hijos y padres de los otros 10 diputados salvajemente asesinados por las ratas de las Farc…”

Usted en sus columnas tiene derecho a pensar y a expresar lo que quiera sobre cualquier tema, pero su derecho a la libertad de opinión llega hasta donde inician los derechos de los demás, y en este caso, con todo respeto tengo que decirle que si usted hubiera investigado mínimamente sobre mi conducta a lo largo de la vida y durante el secuestro de mi hijo, estoy segura no hubiera escrito las líneas ofensivas que escribió. Todos los familiares de los diputados secuestrados y posteriormente asesinados por las FARC, los periodistas de Cali y el Valle y algunos medios de comunicación nacionales, me vieron deambular por Colombia de pueblo en pueblo, de universidad en universidad, de plaza en plaza con un cartel en el pecho rogando al gobierno de turno y a las FARC por un acuerdo humanitario que pudiera salvar la vida de mi hijo y la de sus compañeros, haciendo esfuerzos sobrehumanos y derrochando la escasa salud que me queda para acompañar a mi nuera, a mis nietos y a todos los familiares en esa titánica batalla que libramos.

Paso a relacionarle solo algunos de los padecimientos y afectaciones que sufrí durante esos años tan infames como su afirmación:

• Por causa del estrés sufrí amnesia temporal en la que perdí conciencia de quién era y no reconocía ni a mis propios nietos.

• tuve que ser sometida a un cirugía de urgencia por que se me cayeron los parpados de llorar día y noche

• La diabetes, la hipertensión y los problemas cardiovasculares que hoy padezco se agravaron durante ese periodo

• Por causa del estrés post-traumático sufrí dos infartos y fui sometida de urgencias a una cirugía de corazón abierto

• Todavía y desde entonces estoy en tratamiento psicológico por que aun no logro sobreponerme al dolor queme causaron esos espantosos años.

El hecho que usted no me haya visto en medios de comunicación (como si me vieron muchos colombianos) no significa que yo no haya luchado día a día y mano a mano como lo hicimos todas las madres de los diputados, y ello no puede ser utilizado por usted para difamar de mi y de mi familia en la forma como lo hizo en su columna.

Ojala a su señora madre y a ninguna madre en Colombia nunca le toque padecer lo que yo he sufrido.

Con todo respeto, le ruego llamar a los familiares de los compañeros de mi hijo y aun a los periodistas de Cali, con quienes usted puede verificar que se equivoco al hacer la afirmación que hizo.

Aprovecho para decirle que el tiempo y la justicia se encargarán de demostrarle a los colombianos la inocencia de mi hijo, y que usted se equivoca cada vez que pretende condenarlo en sus columnas.

Finalmente señor Zuleta quiero decirle que las victimas no necesitamos disculpas, necesitamos justicia, respeto por nuestro dolor, y sobre todo, que lo que han hecho con nosotros no se repita contra ningún otro ciudadano.

Cordialmente;

Nillia Nelly Tobón Viuda de López

(La carta original esta firmada por la señora Nelly de su puño y letra)